Madrid es una gran ciudad, todos lo sabemos. Sin embargo estamos acostumbrados a verla desde el suelo, lo que hace que nos perdamos parte de las riquezas de esta ciudad. Estas se encuentran en los tejados y constituyen auténticas obras de arte, obras destinadas al embellecimiento de los edificios. Por supuesto, no nos referimos al inmenso bosque de antenas que puebla los tejados de la ciudad. Este puede ser sublime por su magnitud y extensión, pero no es bello. De lo que queremos hablar aquí es de las esculturas que embellecen los edificios más emblemáticos del centro de Madrid. Escultura y arquitectura se funden en sus tejados.
Uno de estos edificios es el del Banco de España, edificado a finales del siglo XIX. El edificio da a cuatro calles (paseo Prado, calle Marqués de Cubas, calle Los Madrazo y calle Alcalá). El Banco de España está coronado, en su parte frontal, con un enorme reloj, adornado con las esculturas de dos querubines. Asimismo, unas caras angelicales de cuyas cabezas salen alas salpican todo el tejado del edificio. Se trata de esculturas utilizadas para embellecerlo.
Pero si de esculturas en los tejados de los edificios emblemáticos del centro de Madrid hemos de hablar, entonces merece la pena hacer mención al Palacio de Fomento (actualmente Ministerio de Agricultura). Se construyó en 1856 y en el tejado de su fachada principal se levantan tres esculturas. La escultura central es una alegoría de la Gloria y a sus lados se encuentran, cabalgando sendos caballos alados, Mercurio y Minerva. Estas fueron colocadas allí casi un siglo después de la construcción del edificio, tras una reforma de los tejados a causa del deterioro de los mismos, que obligó a sustituir las antiguas esculturas, colocadas en 1903, por estas otras.
Y para finalizar este breve recorrido por las esculturas en los tejados de los edificios históricos de Madrid, hemos de dedicarle algunas palabras a las tres esculturas que coronan el tejado frontal de la Biblioteca Nacional. Las obras del edificio comenzaron en 1866, pero el frontón del mismo con sus esculturas no se realizó hasta 1892. Esto no fue debido a una reforma de los tejados, como en el caso del Palacio de Fomento, sino a la revolución de 1868, que frenó las obras del edificio. Estas esculturas representan el espíritu de la Biblioteca Nacional. La central es una personificación de España, premia con una corona de laurel el ingenio de los intelectuales españoles. A sus lados están la personificación del genio (a la izquierda) y la personificación del estudio (a la derecha).